4 de agosto de 2011

Ausencia

Ahora, cuando ya asimilas que no está, olvidas como era su voz, su cara, sus besos, pero no te olvidas de su sonrisa. Piensas, piensas como pudiste olvidarlo tan facilmente si no paras de pensar en él, olvidas sus abrazos pero los deseas como si del palpitar de tu pecho se tratase. Sientes la necesidad de saber que quiere estar contigo, que va a estar cuando lo necesites, que nunca te va a dejar, pero es muy pronto para saberlo. El miedo y la desconfianza se apoderan de cada segundo en que tu aliento susurra su nombre, pero no lo puedes evitar, te adentras en un oscuro sueño en el que sus brazos rodean tu cuerpo pero aún así notas como el frío te deja sin aliento.

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